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Gestión del Riesgo para enfrentar los mitos y realidades del calentamiento global antropogénico

La atmósfera se está calentando a causa del exceso de emisiones antropogénicas de gases, vapores y partículas a efecto de invernadero (GVP-EI). De continuar sin contención, esto traerá consecuencias sobre el ambiente, recursos naturales, biodiversidad y vida humana. Sin embargo, la difusión de la información pública, el proceso de toma de decisiones y orientación de la gestión del riesgo no son consistentes. Hay vacíos, excesos y distorsiones que nublan la racionalidad y objetividad para que el proceso de desarrollo no se vea afectado doblemente: por el calentamiento global antropogénico (CGA) y por la forma de enfrentarse a él.

La actividad humana ha alterado las características y comportamiento del clima; la concentración del CO2 en la atmósfera, antes del período industrial, era de alrededor de 180 partes por millón (ppm) durante las glaciaciones y 280 ppm en los períodos interglaciares. La distorsión causada por la actividad humana en el equilibrio termodinámico de la atmósfera es consecuencia del incremento de los 240 ppm adicionales (en total casi 420 ppm de CO2) y de 120 ppm de otros GVP-EI (CH4, SO2, NOX NH2, O3 troposférico, hollín, CFC) que “capturan y guardan” la energía calórica de la radiación solar. La influencia humana puede trazarse desde el inicio de la expansión de los imperios europeos (siglo XVI), con la deforestación de los bosques para construir sus flotas. La deforestación fue trasladada al continente americano y luego a África, Australia y Asia. El proceso se aceleró durante la Revolución Industrial (siglos XVIII-XIX) y las dos guerras mundiales del siglo XX por la combustión de carbón mineral y petróleo, producción de acero y energía motriz, el incremento demográfico y su consumo de bienes y servicios. Al ritmo actual, si los responsables principales de la degradación de la atmósfera (i.e. “G-20”) no asumen su responsabilidad, los GVP-EI se duplicarían en un plazo menor al medio siglo, lo cual podría implicar un ascenso de la temperatura de hasta 2,5 ºC. Las consecuencias, paradójicamente, recaerán sobre los países más frágiles.

La estrategia de “adaptación al cambio climático” (ACC) es impulsada, con prioridad, en casi todos los países, instituciones multilaterales y de cooperación bilateral, pero conviene preguntar ¿cómo se coloca de cara a otras prioridades nacionales, que también requieren la atención de políticos y empresarios y que permanecen casi invisibles? Algunas de estas situaciones ya causan costos, muertes humanas, deterioro ambiental crónico, acumulativo y otros efectos. Se debe determinar si la ACC es realmente prioritaria con respecto a (lista no exhaustiva): inseguridad, criminalidad, delincuencia, corrupción, violencia de género e intrafamiliar, deterioro ambiental, pobreza, desigualdad, accidentes y muertes en carreteras, retraso de la infraestructura, líneas vitales y servicios públicos, riesgo derivado de las amenazas naturales sin relación con el CGA, etc.

Según la OMS[1] y el PNUD, las muertes anuales causadas por el CGA, en el mundo, alcanzan cerca de 150.000[2]. ¿Se compara con los 2 millones de muertes anuales causadas por insuficiencia de micronutrientes (Zn++, Fe++, +++, Vit A), 4 millones que mueren por desnutrición (que afecta la mitad de la población mundial), 2 millones por falta de agua potable[3], 1,1 millones por malaria[4], 1,5 millones por SIDA[5], 2,5 millones por contaminación del aire[6] y 52 millones afectados por la variabilidad climática[7]?

El panorama, aunque sea complejo, no debe plantearse mediante argumentos que, en ocasiones, rondan en la sicosis apoyada por el oportunismo político, mediatización y desconocimientos de la burocracia nacional e internacional, quienes a propósito o por ignorancia, atribuyen al CGA los efectos de la vulnerabilidad, ante la variabilidad climática. No hay que oscurecer innecesariamente el panorama, pues la humanidad dispone de capacidad científica y tecnológica como para comprender, racionalizar y controlar las variables y factores del CGA, para ir más allá de las medidas reactivas de respuesta y enfocarse en las verdaderas prioridades: conocer mejor el riesgo y sus variables, reducir sus causas y consecuencias, generar instrumentos para la protección financiera, ambiental y social y, sobre todo, reducir la vulnerabilidad[8].

Fotos: muestran un ejemplo ilustrativo y, desafortunadamente muy común, con la situación del Barrio la Fuente, en Ciudad Neily, Costa Rica, afectado por la ruptura de un dique de "protección" fluvial (1988), con la muerte de varias decenas de personas y pérdidas materiales y económicas cuantiosas. En la actualidad, la ausencia de una política de ordenamiento territorial efectiva ha hecho que el barrio vuelva a poblarse, densamente, detrás de un dique parecido al que se rompiera en 1988. En caso de volver a suceder otro evento semejante, por supuesto se culpará al "cambio climático" por los daños que pudiesen suceder."


Sergio Mora Castro, 2019

smoracastro@consultarx.com


[2] WHO, WMO, UNEP; 2003. Climate change and human Health: Risk and responses, Summary. Geneva: World Health Organization; http://apps.who.int/bookorders/anglais/detart1.jsp?sesslan=1&codlan=1&codcol=15&codcch=551

[3] World Health Organization; 2002. The World health report. Reducing risk, promoting healthy life; http://www.who.int/whr/2002/en/index.html

[4] World Health Organization & UNICEF; 2005. World malaria report; http://www.rollbackmalaria.org/wmr2005/html/toc.htm

[5] World Health Organization; 2008. Report on the AIDS epidemics. http://apps.who.int/bookorders/anglais/detart1.jsp?sesslan=1&codlan=1&codcol=88&codcch=54#

[6] World Health Organization; 2004. The World health report. Changing history; http://www.who.int/whr/2004/en/

[7] United Nations Development Programme: http://www.undp.org/cpr/whats_new/_publications.shtml

 

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